Se dice que todo entra por los ojos, y posiblemente sea cierto, ¿Quién no ha comprado un bollo de pequeño solo por el diseño del envoltorio,eso que conocemos como packaging?
Hace poco veía una reposición de un monólogo de Eva Hache en el que decía que si te regalan dos jabones y una esponja es un regalo que puede parecer cutre. Pero que si coges los dos jabones y la esponja, las metes en una cesta de mimbre y le añades un lazito, automáticamente estás regalando un coqueto set de baño. Es el poder del packaging, capaz de modificar la percepción que tenemos de los productos, pese a que sea una cuestión a la que no siempre se le presta la atención que merece.
Un claro ejemplo de marca que entendió a la perfección la importancia del aspecto visual es Solán de Cabras. Como marca de agua embotellada se encuentra en un mercado con una alta competencia y donde las posibilidades de diferenciación son débiles. El envase de Solán de Cabras es la base sobre la que recae la imagen de marca de calidad que se ha generado.
Puede parecer que con el crecimiento de la venta online el packaging pase a un plano totalmente secundario, ya que el efecto del packaging como reclamo en la venta online es menor que el que tiene sobre la venta en un lineal de un supermercado. Sin embargo dudo mucho que sea así e incluso afirmaría que se le va a ir dando mayor importancia.
Sea cual sea el medio por el que se compre el producto, el envoltorio siempre va a suponer uno de los elementos más determinantes a la hora de generar una identidad de marca. Puede que como reclamo comercial de una primera compra pierda peso, pero el mantenimiento de esa identidad que transmite el paquete resulta clave para futuras ventas. Y más en un mundo en el que la interacción física a la hora de comprar cada vez es menor.
Pensemos en marcas de distribución exclusiva, sin intermediarios y con sus propios locales comerciales que vayan abandonando la venta física para ir centrándose en la venta on-line. En estos casos resulta claro que el packaging debe ganar fuerza para compensar, como elemento generador de una imagen de marca, los impactos que se recibían en los locales comerciales.
Pensemos además que esas marcas en sus locales físicos tenían muchos elementos para hacer que la experiencia de compra fuera muy agradable y positiva para el cliente. Unas experiencias mucho más difíciles de generar a través de una web y que debe hacer que se ponga más esfuerzo en generar esas experiencias a través del packaging. Como de hecho muchas marcas hacen, y sirva de ejemplo el anterior post sobre 8 ejemplos de packaging que desbordan creatividad.
Pensemos también que el crecimiento de la venta online lleva aparejado que los productos tengan que ser enviados por correo o por mensajero por lo que, más allá del propio aspecto visual del mismo, resulta hoy en día más crucial empaquetar el producto de tal modo que llegue a su destino sin ningún desperfecto, especialmente en productos frágiles. Ya sea labor del distribuidor, ya sea labor del fabricante, queda claro que cuidar este empaquetado es algo que no se puede dejar de lado y que no debe echar por tierra los esfuerzos en generar una imagen de marca realizados por otras vías.
¿Y vosotros qué opináis? ¿Estáis de acuerdo en que el packaging debe ganar cada vez más fuerza o que, por el contrario, la venta online va a hacer que pase definitivamente a un segundo plano?